Los metales preciosos, el oro y la plata, eran indispensables para medir la riqueza de una nación, de modo que si un país no los poseía en su territorio se recurría al comercio. O, como una curiosa interpretación de las ideas mercantilistas, al robo, método al que recurren Inglaterra y Francia saqueando las naves españolas, ya que España se convierte en la potencia más importante gracias al oro y la plata procedentes de América.
La organización de las flotas y de unas rutas obligatorias es fruto del monopolio que sufre el comercio con las Indias. Todo cargamento debía pasar por Sevilla (España). Esta situación produce un perjuicio económico, ya que surge la competencia del contrabando porque el viaje sólo se realizaba dos veces al año, insuficiente para abastecer todas las necesidades de ultramar. Es decir, se limita el comercio en beneficio de la seguridad. Con este control y monopolio la Corona aseguraba que el oro y la plata americanos no se desviaran hacia países extranjeros, y menos si eran países enemigos. Los productos debían pasar por los controles de cargamento establecidos en Sevilla. Sin embargo, la fuga de metales preciosos y el contrabando son hechos ciertos a pesar del monopolio por varias causas:
- Inmensa extensión geográfica de las Indias.
- Insuficiente vigilancia de la costa.
- Comunicación lenta.
- Escasez de mercancías, hecho que origina clientela para el contrabando.
- Los costes aumentan a causa de las fuertes contribuciones que los comerciantes debían pagar para armar los galeones que acompañaban como escolta.
- La partida de las flotas anuales solía retrasarse.
- En consecuencia, los colonos no están suficientemente abastecidos de bienes de consumo, aunque esto convenía a los sevillanos que de este modo aumentaban el precio de la mercancía.
Hay que tener en cuenta que el comercio en el Caribe se vio favorecido por este estado de indefensión, ya que si llegaba un comerciante extranjero, a pesar de la prohibición que existía, normalmente se comerciaba con ellos para evitar que los comerciantes tomaran por la fuerza lo que estaban dispuestos a negociar. Además, la escasez de productos necesarios, ya que no siempre llegaban los barcos desde la Península por naufragios y porque no se disponían de los medios suficientes para su envío, hacía que fuera éste el único modo de obtener mercancías. Esta situación favorece el contrabando que se las ingenia para burlar el monopolio español.
Fuente:
Navajas Josa, Belén (2003, octubre). Piratas, corsarios, bucaneros, filibusteros y contrabandistas en la América española (siglos XVI, XVII y XVIII). Artículo en línea. Disponible en http://www.ufv.es/docs/foro_revista_6.pdf Consultado el 25 de noviembre de 2008.
Elaboró:
Francisco Octavio Valadez Tapia
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