lunes, 8 de diciembre de 2008

Bodega y Quadra, descubridor de la isla de Vancouver


Se le tiene por español pero era, como se dice, limeño de pura cepa. Con los siglos, un velo de desconocimiento histórico ha caído sobre la figura de Juan Francisco de la Bodega y Quadra, el marino peruano que en 1775 descubriera la isla de Vancouver.




En un grabado realizado por el dibujante de la expedición, Maquinna, el jefe indio de Nutka, danza en honor de Bodega y Quadra y Vancouver


Fue un oficial naval criollo nacido en Lima, en el seno de una acomodada familia de origen vascuence. Bautizado el 3 de junio de 1743 en la parroquia del Sagrario de la Catedral, era uno de los ocho hijos habidos en el matrimonio de don Tomás de la Bodega y Quadra, comerciante, y doña Francisca de Mollinedo y Losada. Después de haber estudiado con los jesuitas en el Real Colegio de San Martín, adscrito a la Universidad de San Marcos de Lima, Juan Francisco de la Bodega y Quadra viajó a España para realizar su formación en la Academia de Guardiamarinas de Cádiz, desde los 19 años de edad.


En 1775, bajo el mando del teniente Bruno Heceta, realizó una expedición a la costa noroeste de América. La expedición estaba formada por dos barcos: el Santiago, dirigido por Heceta, y la goleta Sonora, dirigida por Bodega y Quadra. Ambos jefes tenían órdenes de explorar la costa y desembarcar de forma que los nuevos territorios fueran reconocidos como españoles; también debían identificar los asentamientos rusos.


El 14 de julio de 1775 alcanzaron las cercanías de Point Grenville, en el actual Estado de Washington. Los indios habían sido amistosos hasta este punto, por lo que algunos marineros fueron enviados a tierra para recoger agua cuando, de repente, fueron masacrados por unos 300 nativos que los atacaban desde los bosques.


Afectado por ese desastre, Heceta decidió volver a México, pero Bodega rechazó realizar esta maniobra sin haber completado el punto principal de la misión, que era la localización de los asentamientos rusos. Bodega continuó hacia el norte a bordo de la Sonora y llegó hasta las proximidades de la actual Sitka, en Alaska (59º Norte), en agosto de 1775, recorriendo la costa de forma rigurosa. Al no encontrar asentamientos con bandera de Rusia, decidieron volver hacia el sur. En el viaje de vuelta se aseguraron de tomar tierra en una ocasión para reclamar el territorio para la corona hispánica. Esta expedición hizo ver a los españoles que los rusos no tenían una gran presencia en la costa americana del Pacífico.


El 11 de febrero de 1779 las fragatas Princesa y Favorita, bajo el mando del teniente Ignacio de Arteaga, partieron del puerto de San Blas. Con la excusa de su mayor antigüedad se le otorgó el mando a Arteaga, a pesar de los indudables méritos de Bodega, seguramente por la predisposición en la marina española a confiar la mayor responsabilidad a oficiales peninsulares. Su misión era explorar la costa noroeste, sin interferir con los navegantes ingleses que asumían habría en la zona. Se cartografió cada bahía y ensenada hasta llegar a los 58º 30’ Norte, antes de volver debido al mal tiempo. Este viaje completó el proceso de reclamación del Pacífico noroeste para la corona de España.


En la isla de Nutka


En 1780 se le entregó a Bodega el mando de la base naval de San Blas (hoy en el estado de Nayarit, México), como recompensa a sus logros. San Blas era un lugar bastante insalubre y los expertos reconocían que la base estaba mal emplazada. Poco después de un año, Bodega fue relevado del mando ―posiblemente por problemas de salud― y pasó el tiempo siguiente entre el Perú, Cuba y la península ibérica.


Se le encargó volver a comandar el puesto naval de San Blas en 1789. Luego, con el objetivo de negociar la soberanía de las costas en el Pacífico noroeste, y sobre la base del tratado firmado en El Escorial (por el cual se prohibía a los ingleses navegar y pescar a menos de 10 leguas de tierras españolas y establecerse en ellas), Bodega y Quadra se reunió con el capitán británico George Vancouver en la isla de Nutka, en agosto de 1792. Aunque ambos mantuvieron buenas relaciones, fueron incapaces de llegar a un acuerdo sobre los detalles cubiertos por el tratado. Bodega estaba en contra de las directrices llegadas desde la Corte, que le indicaban que debía ceder la isla, pues defendía que la presencia española allí era anterior. Ambos comisionados estuvieron de acuerdo en remitir los puntos en disputa a sus respectivos gobiernos.

Desembarco de Bodega y Cuadra, en la bahía de Nutka, en 1792, cuando se reúne con Vancouver para discutir el destino de la isla
La Isla de Quadra y Vancouver
Durante las reuniones Bodega pidió a su interlocutor bautizar algún puerto o isla con el nombre de ambos. Vancouver le respondió que el lugar de sus encuentros podría llevar el nombre de “Isla de Quadra y Vancouver”, con el cual se introdujo en las cartas de navegación del siglo XVIII. Este nombre pronto fue acortado a Isla de Vancouver, y algunos historiadores afirman que esto se hizo deliberadamente por los cartógrafos de la Compañía de la Bahía de Hudson a fin de borrar cualquier evidencia de que los británicos no habían sido la potencia preeminente en esa región. De regreso en San Blas, Bodega y Quadra enfermó gravemente. El 29 de marzo de 1794, a los 50 años de edad, moría en Ciudad de México. El nombre de este marino criollo, de procedencia limeña, está definitivamente ligado a las grandes hazañas de navegación en el Océano Pacífico.
Fuente:
Hampe Martínez, Teodoro (2006, octubre). “Presencia peruana en la historia del Canadá. Bodega y Quadra, descubridor de la isla de Vancouver”, en Dirección General de Promoción y Difusión Cultural del Instituto Nacional de Cultura. Gaceta Cultural del Perú, Núm. 22, Instituto Nacional de Cultura, Perú, págs. 32 – 33.
Elaboró:
Denise Salazar García

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